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Apuntes Pastorales: La presencia de Dios

(Juan 14: 15-21)- A la luz de las enormes luchas que enfrentamos en el mundo de hoy, puede ser difícil hablar de la presencia de Dios, especialmente cuando tratamos de afirmar la presencia de Dios con aquellos que sufren. Pero el Evangelio de este domingo (Juan 14: 15-21) nos llama a abrazar la realidad de que Dios está con nosotros incluso en los tiempos difíciles, y que es en Dios que todos vivimos quienquiera que seamos.

En el Evangelio de Juan, Jesús ofrece la promesa del Espíritu, asegurando a sus discípulos que por el Espíritu ellos siempre sabrán que Dios está con ellos y en ellos, y disfrutarán de la relación de amor que Jesús les ha dado. El mensaje maravilloso, desafiante y reconfortante de esta semana es que Dios está íntimamente disponible para nosotros y que la presencia y los recursos de Dios son accesibles para nosotros cuando enfrentamos los retos y las luchas de seguir a Cristo y vivir plenamente. La pregunta inevitable que se plantea es si estamos dispuestos a abrazar la presencia de Dios, y descansar en la fuerza de Dios, incluso mientras luchamos con la injusticia y las grandes crisis que enfrentan nuestro mundo.

Una de las grandes cuestiones de la fe es ésta: ¿qué significa que Dios está presente en situaciones de crisis y sufrimiento? ¿Qué podría significar para nosotros afirmar la presencia de Dios entre los que viven a través de desastres naturales? ¿Qué podría significar afirmar la presencia de Dios entre la gente en los países donde la revolución o la violencia está estallando? ¿Qué significa afirmar la presencia de Dios entre los pobres, los infectados y afectados por el SIDA, los que mueren de cáncer? Una cosa que debemos tomar de la historia de la cruz y la resurrección es que Dios no usa el sufrimiento para castigar, y que Dios siempre viene junto a los que sufren.

Aún más, si queremos proclamar el poder de la resurrección en esta época de la Pascua, debe significar afirmar que el Espíritu de Dios (la fuerza de Dios, su confort y sus recursos) puede ser conocido y experimentado por los que sufren. Y para aquellos de nosotros que estamos pasando por tiempos de seguridad y paz, hay un llamado, una responsabilidad de ser agentes del consuelo de Dios, la compasión de Dios y la fuerza de Dios para aquellos que son más vulnerables. A menudo, la mejor manera en que la presencia de Dios es experimentada por otros es a través de personas de fe que buscan encarnar la gracia y compasión de Cristo en todas sus interacciones y relaciones.

El evangelio habla de una relación de amor y solidaridad entre el Padre y Jesús y luego con todos nosotros. Esta unidad y solidaridad pueden hacerse realidad, no sólo en nuestros corazones o no sólo en un sentimiento interior, sino también en la forma en que se trata a la gente y en la manera en que el amor se expresa en acción por la justicia y la paz. No debemos perder la esperanza. Debemos poner nuestra fe en práctica.

Como personas de fe somos más conscientes que nunca de los incontables problemas mundiales y ejemplos de injusticia. Como personas de fe somos más conscientes que nunca de que queremos acabar con toda la injusticia. Como personas de fe creemos más que nunca que con la ayuda de Dios podemos ofrecer algo mejor a nuestro mundo y a su gente.

Que nuestra adoración esta semana nos recuerde la presencia constante de Dios y abra nuestros ojos para reconocer a Dios incluso en los lugares más inesperados.

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