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La iglesia en tiempos del coronavirus. Una carta pastoral

La siguiente nota es para toda la comunidad Luterana en el mundo en tiempo de Coronavirus.

Una carta pastoral. Queridas hermanas y queridos hermanos:

A la luz de la propagación de la pandemia del COVID-19, muchos gobiernos están implementando medidas para hacer cumplir la “distancia social”; es decir, la distancia física entre una persona y otra. Estas medidas también conllevan restricciones para las reuniones en las iglesias, especialmente para el culto.

Reconocemos que esas restricciones resultan difíciles para las iglesias cuya identidad se expresa en el encuentro de personas en un espacio y en torno a las Palabra y los sacramentos. Cuando el cuerpo de Cristo no puede reunirse en un mismo lugar ¿qué debemos hacer?

Nos gustaría proponerles algunas reflexiones teológicas y pastorales.

La iglesia en el espacio público

Las iglesias están en el espacio público y consecuentemente sujetas a las leyes y los reglamentos promulgados por sus propios gobiernos. Las iglesias apoyarán los esfuerzos de los gobiernos que promueven y protegen la vida. Por tanto, las iglesias apoyarán las regulaciones de salud pública y esfuerzos justos para detener la propagación de este virus que afecta a todos los seres humanos sin discriminación. Las iglesias están también llamadas a dar el ejemplo de adhesión responsable a las políticas públicas. A veces, incluso empujarán a los gobiernos locales y nacionales a aumentar las restricciones de movimiento y reuniones a fin de proteger a las personas más vulnerables y mayores.

Hacemos un llamado a las iglesias miembro de la FLM a apoyar y seguir las regulaciones que los gobiernos están implementando para promover y proteger la vida.

Culto y sacramento en tiempos de excepción

En circunstancias normales, la compasión lleva a la iglesia a vivir en comunidad con las personas enfermas o aisladas. Ahora bien, cuando los protocolos médicos lo dictan, se sirve mejor al bienestar del prójimo vulnerable evitando las reuniones.

Nosotras y nosotros experimentamos tales excepciones pastorales todos los días en nuestras iglesias con millones de niñas, niños y personas adultas cuyo sistema inmunitario se ve comprometido por enfermedades de larga duración o por sus tratamientos. Si bien es pastoralmente difícil, respetar los protocolos de aislamiento reducen el riesgo de infección y sirven mejor a su bienestar.

Como Luteranas y Luteranos profesamos ser libres por la gracia de Dios mediante la fe. Somos libres de la compulsión religiosa. Nuestra libertad nos obliga a amar y cuidar al prójimo. Nuestras decisiones son guiadas por el amor que se expresa en un espíritu de autodisciplina.

Por tanto, en tiempos de una pandemia mundial como el COVID-19 no reunirse en un solo lugar de culto es una expresión de compasión y solidaridad. Eso no disminuye nuestra adoración, pero encarna el culto de una nueva forma. No nos hace ser menos iglesia, sino iglesia en plenitud. Esta es la paradoja de la compasión que viene con la actual pandemia del COVID-19.

Hacemos un llamado a las iglesias miembro de la FLM a vivir estos tiempos de excepción en constante confianza en los medios de la gracia y el poder del Espíritu Santo que continuamente crea y renueva la iglesia.

Permanecer juntas y juntos mientras estemos físicamente distanciados

Algunas iglesias que disponen de medios técnicos se están reuniendo en línea, vía televisión o radio.

En comunidades que carecen de esas posibilidades, las parroquias están distribuyendo materiales impresos para que en los hogares se continúe con la educación Cristiana y el culto en casa.

En varias regiones de la FLM es frecuente el uso de las redes sociales. Esta se utiliza para compartir oraciones, lecturas, himnos y sermones grabados. Se están creando grupos para permanecer en contacto y orar juntas y juntos, incluso cuando no se reúnen físicamente.

En tiempos de pandemia, cuando no es posible compartir el pan y el vino, nos reconfortamos recordando que la Palabra es un medio de gracia que puede ser recibida a través de la oración, el canto, la lectura y la meditación sobre la Palabra invocando a Dios y recordando a nuestra comunidad y nuestro prójimo. El Espíritu Santo está presente cuando profesamos el nombre de Dios, incluso si estamos a solas.

En Una manera sencilla de orar, Lutero escribió:

“Nunca pienses que estás arrodillado o parado solo, más bien piensa que toda la iglesia… está parada allí a tu lado y tú estás parado entre ellos en una petición unida y en común la cual Dios no puede menospreciar… Allí podemos encontrar a Dios el Creador, Dios el Redentor, Dios el Espíritu Santo, es decir, Dios que diariamente nos santifica”.

La adoración es entonces un signo dinámico de solidaridad esperanzada.

En estos tiempos excepcionales, les llamamos a vivir el principio de la Reforma de ser “ecclesia semper reformanda” (iglesia en proceso de constante reforma) en la medida que encentren nuevas formas de reunión en nombre de Jesús y en adorar al Dios Trino.

Apoyo de la Oficina de la Comunión de la FLM

Como comunión de iglesias, unidas en la adoración, sabemos bien lo que significa estar geográficamente distantes entre las personas y aun así estrechamente unidas y unidos. Esta experiencia es un recurso para todas y todos nosotros. Hoy, aunque físicamente separadas/os, estamos unidas/os por Dios que nos hace uno.

La Oficina de la Comunión de la FLM continuará apoyando con oraciones semanales para ser usadas los domingos, tanto en forma impresa como en las redes sociales. Queremos invitarles a usarlas como fuente de aliento y recordatorio de cómo el llamado de Dios nos hace uno a pesar de las distancias que nos separan. Tomamos coraje de las palabras del apóstol Pablo que supo que esa distancia física no es obstáculo “porque nada puede separarnos del amor que Dios en Cristo Jesús” (Romanos 8:39

Leer aquí el documento oficial…